viernes, 31 de octubre de 2014

Paganini

Otra de las cosas que llama la atención cuando llegas aquí es la presión policial a las motocicletas. 

Una ciudad en un emplazamiento como este (encajonada entre los ríos Llobregat y Besós), un trazado como este (mezcla de barrios de trazado caótico y un "ensanche" cuadriculado) y un volumen de coches así; tendría que ser una auténtica pesadilla para el tráfico. Sin embargo, encuentra un desahogo en el clima, sí, sí, los pocos días por año de lluvia y las temperaturas suaves, hacen que aquí haya un volumen de motos mayor que en Madrid.

Si con ellas la circulación es un caos, imaginaos lo que sería moverse por Barcelona sin ellas. 

Pues parece que al ayuntamiento no debe ser consciente de este pequeño detalle y mantiene una presión policial que ronda el acoso.

Tengo la suerte de tener dos motos, una para moverme por Madrid y la otra para hacerlo por Barcelona, y nunca en Madrid hemos tenido un acoso al motorista como el que aquí hay. Para que os hagáis una idea: la policía local tiene coches camuflados para detener al infractor. Es decir, ¡la policía municipal tiene policía secreta!

No estoy hablando de permitir el delito y la anarquía, estoy hablando de ser tolerante con los pequeños "pecadillos" que cometemos los motoristas en pro del uso de un vehículo menos contaminante, más ligero que el automóvil y que favorece la fluidez del tráfico en la ciudad. ¿Os imagináis lo que pasaría sí todos los motoristas cogiéramos el coche? 

"Le ha caducado la ITV hace 15 días", un coche más circulando.
"No lleva retrovisor", un coche más circulando.
"La luz del intermitente no funciona", un coche más circulando.
...

¡EL CAOS, EL CAOS! 

El caos para algunos, porque otros pocos seguirán llevando una escolta policial que les abre camino. 

Y son esos pocos los que hacen que la presión policial tenga (o parezca tener) más que ver con la recaudación, que con la gestión del tráfico. 

¡Si hasta te multan por subirte a la acera montado en la moto! 

Vayas por donde vayas, siempre hay un municipal parando, comprobando o multando a un motociclista. 

El señor Trías y su concejal de circulación, deberían explicar el porqué de esta situación, el volumen de lo recaudado y qué parte de ese volumen corresponde a Sanciones graves (saltarse "Stops" o "ceda el paso") y no a "chuminadas" como no llevar un retrovisor o que un intermitente no funcione. 

Es tan sospechosamente parecido a la gestión de las autopistas (tema que trataremos la semana que viene) que resulta indignante.

Así que, si venís a Barcelona en moto... ¡Cuidado con la secreta!

Disfruten, ¡AR! 

Más sobre "paganinis" y acoso a la moto.

sábado, 25 de octubre de 2014

"Van un italiano, un catalán y un madrileño..."

"Van un italiano, un catalán y un madrileño..."

Así empiezan inumerables chistes y también empezó la cena de ayer. Nos reuníamos un grupo de gente, de diferentes procedencias, para comer, beber y charlar en casa. Una más de las que venimos haciendo, de tanto en tanto, para juntarnos con amigos a los que vemos poco o a los que nos apetece mezclar.

Esto no sería noticia si no fuera porque confirma otra de las "pequeñas diferencias" que detectas cuando te vienes a vivir a BCN.

En los actos sociales o reuniones familiares o cenas de amigos, el catalán es bullanguero, parlachín y preguntón. Tampoco esto sería noticia pues todos los españoles, los italianos, griegos, marroquies... y demás ribereños que conozco del mediterráneo lo son.


Pero lo que me llama la atención es que los catalanes tienen una capacidad asombrosa para interrumpirse, para "meter baza", para hacerte una pregunta que te obliga a cambiar de tema dejándote con el argumento a medias o la palabra en la boca.

De hecho, una de las frases que más se repite es "como os estaba contando antes... (obviando "de que me interrumpierais")" para retomar conversaciones que se quedaron a medias.

Corregidme si me equivoco o si también pasa en Andalucía o Galicia o País Vasco o...; pero no sé si se trata de una forma de ser, de una excesiva actividad cerebral o de un síndrome de falta de atención.

¿Es bueno o malo? No sé, ahí no entro. Sólo digo que hace que las reuniones, cenas o eventos, sean, en ocasiones, delirantes, surrealistas y muy divertidas.

Por todo, me lleva a pensar que los catalanes no son tan "franceses" como creemos, ni mucho menos "los franceses del sur" como despectivamente se viene diciendo. Que son más meridionali, como dicen los italianos; más νότιος, como dicen los griegos; y no tan diferentes, como digo yo.

¿Qué opináis?


Disfruten, ¡AR!


domingo, 19 de octubre de 2014

Y la lengua, ¿qué?


Existe un pensamiento muy extendido por el que los "mesetarios", como aquí nos llaman, nos cabreamos cuando al entrar en una tienda, preguntamos en castellano y nos atienden en catalán.

Otro argumento al respecto es que cuando entra un inglés y pregunta en inglés, sí se le responde en inglés.  O que cuando entra un ruso o chino, las tiendas se aprestan a contratar vendedores/as de aquellos países. Bueno, lo cierto es que esto es así, no hay duda, pero es que "el negosi es el negosi". ¿O acaso en la calle serrano no hay miles de vendedores/as de los países del este o el inglés no es requisito imprescindible para currar en ellas?

Que yo recuerde, salvo honrosos veraneantes en Estepona y los ahora miles de emigrantes castellano parlantes, cuando en Londres preguntas en castellano, te responden en inglés y eso no nos mosquea.
 
Se trata por tanto de un pensamiento un tanto "talibán" provocado por el rechazo inducido e interesado de generar polémica Madrid-Barcelona.

A ver, seamos sensatos, si yo entro en una tienda, pregunto en castellano y me responden en catalán...  yo sigo con el castellano y no me mosquea que él/ella siga con el catalán. Primero porque, reconozcámoslo, el catalán de uso cotidiano, el de la tienda de la esquina, el de pedir un vino o preguntar cuánto cuestan o dónde están las patatas...  tampoco es tan complicado.

Y segundo porque cuando, por ejemplo, en un restaurante he preguntado qué son "Sonsos", nadie, nunca, se ha negado a decirme que son "como los chanquetes".  

Y hablando de "Sonsos" (que se pronuncia "Sonsus") o de "Mossos" (que se pronuncia "Mosus") cuando pregunto a mi chica, la que aquí me trajo y motivó para escribir este "bloc"*, por qué Mossos (los d'esquadra, digo) se pronuncia "mosus" y no "musus" o "musos" (como en el caso de "Collons" que se pronuncia "Cullons")... ella siempre responde: Por joder.

Porque, todo hay que decirlo, en lo que los barceloneses sí son muy suyos es en los acentos. Ya que sólo aquí "penedés" se pronuncia "panadés" o "nostres/vostres" se pronuncia "nostras/vostras". ¿por qué? Pues "por joder".

Disfruten, ¡AR!

*querido jota, ya se ha quedado con este nombre.

viernes, 10 de octubre de 2014

"Media libra de clavos..."

"Media libra de clavos..."

Otra de las cosas que me llama la atención, dentro de la categoría "pequeños detalles", es la libra. 

Y no, no hablo de la divisa inglesa, hablo de la medida de peso. 

Vale que Catalunya esté más cerca de Europa, vale que tener puerto hizo que fuera más permeable a la influencia extranjera durante las décadas del aislamiento económico y cultural a las que el "caudillo pillo" nos sometió; vale que los barceloneses son, ya sabes, "así"; pero conservar la libra como unidad de peso es sorprendente y, por tanto, digno de ser resaltado. 

Y uno de esos sitios donde se siguen pidiendo "Mitja lliura de festucs" o "tres quarts de lliura de mongetes" es Casa Gispert



Emplazada en pleno Born, en Carrer del Sombrerers (que más que calle es callejón), detrás de la basílica de Santa María del mar; guarda todo el encanto de las cosas a granel, del género en sacos de rafia o en cestos de mimbre, para servir a su clientela la cantidad exacta que necesitan. Ni más, ni menos.

Si paseas por el Borne, merece la pena un alto en este local tradicional de la Barcelona más auténtica. 


Y no os perdáis el placer de pedir "Mitja lliura d'ametlles" (Almendras) o de cigrons (garbanzos) o de... lo que te plazca, aunque, como yo, no sepas ni cuantos gramos son media libra, ni cuántos kilómetros es una milla, ni cuántos metros cuadrados es un acre.

Disfruten, ¡AR!

P.S. Para los chocolateros, aquí venden las mejores "Virutas" de chocolate negro que jamás probarás. Otra cosa muy de Cataluña que yo nunca había probado. 

P.S.2: Para los impacientes: 1 Libra (lb) = 0,4536 Kilos (Kg) = 453,6 Gramos (gr)






jueves, 2 de octubre de 2014

"Pequeños detalles"

"Pequeños detalles"

Lo primero que te llama la atención de Barcelona son los "pequeños detalles", sí, ya sé, que también llama la atención la Pedrera o la sagrada familia o la torre Agbar o que tenga mar... pero para mi fueron aquellas pequeñas diferencias las que más me llamaron la atención:

El ancho de sus carriles: Aquí meten cuatro donde en madrid meten dos, y circular con un coche supone tener la sensación de que vas a ir rompiendo retrovisores en cada rebase.

Las esquinas en "chaflán": En todo el Eixample, las esquinas están truncadas, formando chaflanes, que hacen que tengas que caminar más para cruzar dos calles, pero convierten los cruces en ámplios espacios y más luminosos que una esquina convencional de Madrid.

Los turistas: A cientos, a miles, por todos lados a todas horas. Y es que Barcelona recibió en 2012 5.4 millones de llegadas internacionales (Sin contar el turismo interior) mientras que a Madrid llegaron 4,1 millones de turistas internacionales*.


*Fuente: Aquí

Y muchas otras, pero, por último, y podéis llamarme raro, también me llamaron la atención los porta-poleas.


Resulta raro ver esta herencia de un pasado de mudanzas a polea, de muebles en carromatos y colchones anudados.

Algunos sencillos y otros a juego con el modernismo de sus fachadas, pero todos testigos de la transición al mundo moderno, del paseo tranquilo a la máxima amortización del tiempo, del trabajo manual (y muy sufrido en este caso) a la tecnología. 


Vaya desde aquí mi homenaje a aquellos "mudanceros" que se dejaban la espalda y el sudor, a golpe de polea, para decorar los pisos de esa burguesía industrial y próspera que vivía en esta zona. A aquellos que ahora, con suerte, mirarán a sus colegas actuales, con sus trailers y sus elevadores, mientras piensan "¡Ay, muchacho, si yo te contara¡" o "¿Si se te jode la grúa esa, qué vas a hacer, noi?".